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"Mapa de la Resistencia de El Aaiún", 2013, Técnica Mixta 168x230
Cortesía del Artista y Galería Marta Cervera
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Existe una rotunda declaración
inicial de intenciones al titular una presentación de obra nueva “Territorio Liberado”, como así lo ha
querido Federico Guzmán (Sevilla, 1964) para su última muestra en Madrid
-Galería Marta Cervera-, luego de casi seis años de su última exposición por
esos pagos. La expresión “territorio liberado” nos remite por igual a una
imagen de independencia o autonomía de un determinado espacio físico, pero
también a la ocupación, posesión o conquista, de ese mismo territorio. La ambigüedad
semántica de ambas lecturas, o la
imperceptible diferencia gramatical en la doble realidad establecida, vendrían
marcadas por la posición ideológica y política de quienes creyendo liberar en realidad están subordinando,
esclavizando y oprimiendo. Por supuesto, toda creación de una nueva forma
artística también es un flamante territorio liberado: crea la topografía de su
propia y múltiple significación. Por último, la mirada que el espectador
deposita sobre las obras expuestas, sobre ese recién nacido territorio,
absorbiendo su luz, también necesita de una liberación intelectual para
habitar, en la aventura, la patria nueva del asombro y los descubrimientos. La
unión de estos tres significados de la expresión “territorio liberado” es el
necesario proceso alquímico, su destilado, lo que posibilita la materialización
física y visual que nosotros, espectadores, estamos contemplando.
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"A la sombra de la Talja", 2013, 180x180
Cortesía del Artista y Galería Marta Cervera
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Al entrar en la galería, en la
primera sala, nos reciben tondos pintados con colores que no ocultan el deseo
de ser alegres y optimistas, tanto como el interés por alejarse de lo
“abrillantado”, elegante y satinado.
También formas geométricas, elementales, felices en la rotunda expresividad de
sus límites, “vestidas”, más que pintadas, con luminosos tejidos amarillos,
azules, verdes; una escultura que se asemeja a un corralito infantil; un
corazón con manos unidas iluminado por un entrañable color “rosa del desierto”,
y una pintura bellísima titulada Ojos de
la noche, experiencia visual del
estrellado firmamento africano. En la segunda sala: un horno típico del pueblo
saharaui, El amor de la lumbre, pieza esta deslumbrante y
cálida en su apagado fulgor; un juguete cruel de una escultura rectangular con
barrotes de celda; y la obra que más y mejor grita en toda la muestra, Mapa de la Resistencia de El Aaiún, una
topografía, escritura e imágenes, del dolor y el sufrimiento, un índice y una
señal de la ignominia y la vileza.
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"Ignis Novus", 180x180, 2013 Cortesía del Artista y Galería Marta Cervera |
Territorio Liberado tiene un solo autor, Federico Guzmán, pero política e ideológicamente la
muestra ha sido realizada por innumerables manos invisibles, por múltiples
amigos presentes y ausentes, por interminables conversaciones y proyectos
compartidos, por ideas esbozadas entre aquellos que no siendo artistas
necesitan de un médium, el propio
Federico, para materializar sus ideas e intuiciones. Es una exposición, en
definitiva, solidaria (y defiendo
este término como el más apropiado), y sin por ello renunciar a la rotunda
afirmación de la singularidad radical que le otorga una consideración otra de la idea misma de autoría. Por
otra parte, lo recién afirmado no tiene nada de extraño o novedoso. Desde su
primer viaje a Colombia, en la segunda mitad de los noventa, si no antes, el
interés de nuestro artista por el asociacionismo artístico, o la colaboración
múltiple y desinteresada, así como la participación en proyectos donde la
práctica artística se alía con investigaciones comunales de ética productiva o
sostenibilidad racionalizada, pensemos al respecto en la idea investigadora que
anima el Proyecto Tomaco, han sido
una constante en su interés y preocupación artísticas, hasta desembocar, desde
hace ya no pocos años, en su activa y fértil colaboración con el pueblo
saharaui, a través de la asociación ARTifariti,
o la Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui de Sevilla. Territorio
Liberado, entonces, podemos integrarla en un panorama más amplio del
propiamente debido a lo que comúnmente entendemos por “objetos de arte que se
exponen”, si bien éstos mantienen su propia autonomía discursiva y expresiva si
únicamente pretendemos contemplar su natural realidad visual, o su indiscutido ser de arte.
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Vista de la exposición. Cortesía del artista y Galería Marta Cervera
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Ante me he referido a que esta
exposición posee, toda ella, un componente
solidario, y creo oportuno y necesario intentar al menos una clarificación
de lo que con ello pretendo decir. Explicarme,
en una palabra. Para ello mejor olvidarnos (de momento) de la lucha del pueblo
saharaui por su supervivencia, pues ello direccionaría el concepto expresado en
una idea fija de “compromiso político” que por su facilismo ético, y muy
necesario, dejaría de lado otras consideraciones más propiamente artísticas. Entiendo
por “solidaridad”, en arte, un compromiso del artista para quien contempla su
obra. Un compromiso ético, laico, social, instructivo, educacional, liberador…,
siendo infinitas las formas, modos y maneras, que el artista puede utilizar
para solidarizarse con el espectador.
Pongamos ejemplos prácticos: tan solidaria
me parece la obra de Robert Mapplethorpe, en su aparente egoísmo individual y
nihilista, que la de Luis Gordillo en su inexplicable laberinto de gestos y
formas; tan brutalmente insolidaria me parece la férrea y calvinista escultura
de Richard Serra, como el narcisismo ritualizado de la de Juan Muñoz, aun
admirando profundamente la obra de ambos artistas insolidarios. Lo solidario, entonces, sería una posición de ética
liberadora ante la vida y el mundo, una entrega
por parte del artista para que su obra contribuya a la comprensión de la
existencia, una apertura en la interesada y confusa selva de los significados:
una iluminación del Logos. Podemos explicarlo de otra manera: una interpretación de la Modernidad y la
Vanguardia como si éstas no hubieran tenido lugar, y a través de una
utilización ingenua (pero muy sabia y
complejísima en su concepto) de formas, gestos, rasgos y actitudes, que a la
vez que remiten a un pasado, tan real como soñado, también liberan pesadas y castradoras
cargas históricas. Precisamente las pinturas que vemos en esta última y
soberbia exposición de Federico Guzmán son así: elementales juegos cromáticos
de impulsiva sofisticación social, transgresoras
manchas de refinados pigmentos laicos,
geometrías simples y coloridas para mejor lograr la liberación de cuerpos y
almas… Llegados a este punto, digamos estético,
ya estamos mejor preparados para sentir y activar la noble solidaridad, humana
y artística, con el pueblo saharaui, y con el vecino de al lado que lo pasa
fatal, también. Esta muestra tan bella, rotunda, entrañable y solidaria, y muy,
muy política y comprometida sin casi
parecerlo, se puede resumir con un solo verso de Lezama Lima: “El mundo en su
actitud de entrega”. Territorio Liberado.
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Vista de la exposición. Cortesía del artista y Galería Marta Cervera |
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