“No
es que el arte sea político a causa de los mensajes y sentimientos que comunica
sobre el estado de la sociedad y la política. Tampoco por la manera en que
representa las estructuras, los conflictos o las identidades sociales. Es
político en virtud de la distancia misma que toma respecto de esas funciones.”
Jacques Rancière, La política de la estética (1)
Jacques Rancière, La política de la estética (1)
Cuando
la primavera pasada se pudo ver en Matadero-Madrid la muestra de la artista
Cristina Lucas “ES CAPITAL” (actualmente el mismo proyecto se exhibe en
Valladolid en el Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano, para
posteriormente pasar al CGAC de Santiago) pensé, o “mal pensé” que el muy
complejo análisis que nos era mostrado (análisis teórico y estético, vale decir
“creativo”, que estaba contemplando una triple “exposición”: una sería la
propia, en su sentido artístico, de acción y efecto de exponer determinadas
obras; una segunda, la correspondiente al dramatismo de toda “exposición”:
peligro, amenaza, riesgo…, por último, y muy estrechamente relacionada con las
anteriores, la derivada de su aceptación mercantilista: presentación y
planificación del producto, publicidad, promoción y propaganda. Su autora ha
sabido muy bien titular, con inteligente e irónica economía de medios
lingüísticos, tan variados y conflictivos afluentes: ES CAPITAL.
Cuatro son los trabajos que, juntos, definen y explican la entera muestra que como tal nosotros, espectadores, contemplamos, si bien cada uno de ellos puede ser leído con independencia del resto, pues expresan una singularidad autónoma, pero que comparten un mismo elemento estructurador, con muchos rostros o intereses que no esconden esa diferenciación de contenido, sea este filosófico, especulativo, sociológico, histórico o incluso, narrativo o novelesco. Aunque iremos analizando las características propias de cada trabajo (y con ello nunca dejaremos de hablar de la muestra en tanto que totalidad) para empezar únicamente vamos a señalar los títulos dados por la artista a estas cuatro producciones: “Plusvalía”, “Montaña de oro”, “El superbién común” y “Capitalismo filosófico”. ES CAPITAL.
"Plusvalía", Cortesía de la Artista y Galería Juana de Aizpuru de Madrid |
"la documentación de arte documenta [sic] la producción de arte que tiene lugar en el tiempo. Se trata de una documentación –y no presentación- porque el tiempo no puede ser presentado, sólo documentado. Es posible imaginarse una producción artística sin un producto artístico, sin una obra de arte."
Lo
que Cristina Lucas ha llevado a cabo en “Plusvalía” es precisamente una crítica
a la organización artificial y documentalista del tiempo, y con ello (reducción
al absurdo) de que el famoso manuscrito original de Marx pueda ser leído
como si se tratara de una narración visual por entregas, televisada y
con suspense incluido, nunca más como documento histórico, para finalmente
admitir que ninguna analogía posible en la retórica documental puede franquear
la clara línea divisoria entre la economía (o papeles y documentos que valen
nada o todo) y el arte como elemento estructurador y expresivo de metáforas y
metonimias. Moraleja: El Capital (manuscrito marxista) ES CAPITAL.
"Montaña de Oro", Cortesía de la Artista y Galería Juana de Aizpuru de Madrid |
El
díptico fotográfico “Montaña de oro” quizás sea el elemento más débil de los
cuatro que conforman esta singular cadena de montaje y lo sería por el excesivo
anclaje axiomático resultante de la unión (si no demasiado obvia, que también,
sí prosaica en demasía) entre forma y contenido, entre símbolo e interpretación
o entre hecho demostrativo y hecho intelectual. Para decirlo en corto: no
existe la necesaria distancia para proyectar la especulación y la fantasía.
Ambas fotografías nos muestran el lujurioso y mitológicamente deseado oro de
los lingotes que se guardan (atesoran) en las cámaras blindadas del
Banco de España y el casi inexistente valor de esas montañas de oro en tanto
que medida real, en el presente, de la economía de un país. Ciertamente se
podría hacer una metáfora (fácil, fácil…) de esa obsolescencia de tan luminoso
color, en términos de valor y la poca solvencia económica de la nación, la nuestra,
que con celo guarda y protege esa masa aurífera y nosotros (los habitantes de
nuestra querida patria), ya puestos a desvariar, podríamos ser, como en la
Tetralogía de Wagner, los semi humanos que en las entrañas de la tierra extraen
el codiciado metal. Fácil, fácil… El oro ya no ES CAPITAL.
"El Superbién común", cortesía de la Artista t Galería Juana de Aizpuru de Madrid |
“El
Superbién común” consiste en cinco o seis fotografías (no recuerdo ahora el
número exacto) que nos muestran un disparate tragicómico, un despropósito en
cuanto a la mala utilización de la riqueza, una extravagancia absurda y
delirante. En estas fotografías vemos a los miembros de diversas familias
chinas enriquecidas, con la velocidad y el desatino propio de los brutales
cambios que se han producido en el gigante asiático, luciendo y compartiendo
objetos suntuarios con la vulgaridad y estupidez propia de estas situaciones.
¿Nada más? Sí, mucho más, pues sin duda nos encontramos ante unos trabajos más
inteligentes y complejos, en su turbio bajo fondo “sociológico”, que la banal
anécdota que tristemente revela y desvela; y que perfectamente explican, con
ácido humor, con ironía y sarcasmo a raudales, que el famoso y citado dictum
de Walter Benjamin (“Todo documento de cultura es también, indefectiblemente,
un documento de barbarie”) también posee (¡Mein Gott!) una interpretación
adaptada a la estupidez y dislate en que han convertido sus vidas los nuevos
ricos de todo el planeta. Ahora bien, el acierto e inteligencia de CL en estas
obras es demostrar que la delirante utilización de objetos de lujo, sean sus
usuarios chinos o españoles, es, en definitiva, “un documento de barbarie”. La
familia china que sirve de modelo para estas fotografías no ha leído, por
supuesto, a Benjamin (los nuevos ricos españoles tampoco), pero de alguna
manera certifican con sus actos y despropósitos que pueden servir de ejemplo
para ilustrar la tesis del pensador alemán. La familia china sabe (a su manera,
pero lo sabe) que con la compra y uso de esos objetos de alta moda están
consumiendo cultura y además cultura europea o al menos occidental.
Son felices porque la pueden obtener, gracias a su riqueza, sin haberla estudiado,
pero lo que sí desconocen es la segunda parte del aserto benjaminiano: que en
la absurda y cómica utilización de esos productos inequívocamente suntuarios y
suntuosos (vale decir: documentos) los mismos se convierten en productos
(de nuevo: documentos) que tristemente demuestran la barbarie de su
escandaloso y obsesivo uso y disfrute. Y aquí, en este sutil y sofisticado
ejercicio de estilo, es donde Lucas acierta con inteligencia, gracia y estilo.
Nos viene a decir, en definitiva, que la vulgaridad o la ignorancia, también ES
CAPITAL.
"Capitalismo filosófico", cortesía de la Artista y Galería Juana de Aizpuru de Madrid |
“Capitalismo
filosófico” es, por complejidad y envergadura, la obra principal de entre todas
las expuestas. Una impactante secuencia de nueve vídeos que nos muestran
(resultado de más de sesenta entrevistas realizadas por la artista) a
diferentes profesionales de sus respectivos campos o ámbitos laborales. Nos
estamos refiriendo a aquellos que velan por nuestra educación estética, salud
de mente y cuerpo, defensores jurídicos de nuestra siempre precaria situación
social y/o laboral, o aquellos que nos “protegen” ante cualquier tropelía o
injustica. Con otras palabras: Galeristas de Arte, Altos Ejecutivos de Empresas
de Belleza o “Cosmética del Alma”, Ambiciosos Abogados Defensores, Gestores de
Muerte y Vida, Juristas Intachables e Insobornables, Directores de Empresas de
Seguros… Todos ellos grandiosos ejemplos de sus respectivos campos
profesionales. Todos ellos Mayúsculas Campeones en su área laboral.
Triunfadores que nos enseñan a Triunfar y a Mejor Vivir. Ya he expresado que
“Capitalismo Filosófico” es la mejor y más compleja de entre las obras
presentadas y en ello me reafirmo. Pero es también la más triste y deprimente.
La más desoladora y amarga. La más cínica y corrosiva. La que más apenado y
sombrío te deja en su contemplación. La que más profundamente hiere.
Probablemente por la inteligencia especulativa que exige desarrollar al
espectador, o por el grado de pensamiento (¿filosófico?) que se necesita para
captar la brutal inmersión en la enorme banalidad informativa y explicativa (un
inmenso e inabarcable lugar común) de estos grandes profesionales tan seguros
de su necesario y benefactor lugar en el mundo. Pero lo más descorazonador y deprimente
de estas “figuras parlantes” no sería la repetitiva y mecánica utilización de
los atributos propios del lenguaje, pero sí la indestructible Lógica de esa
misma Lengua, pues la paradoja insalvable de su discurso “intachable”,
“humanista”, “ético”, radica en lo “indestructible” de su propio discurso,
pertrechados (acorazados) como están en esa Lógica invencible, pues
únicamente destruyendo la idea misma de Lengua (precisamente aquello que nos
une) estaríamos en condiciones de ofrecer una resistencia mínima al insufrible
optimismo capitalista que ellos tan eficientemente defienden. El punto
filosófico, entonces, desarrollado por Cristina Lucas en esta obra sería el de
la misma imposibilidad de destrucción de la Lengua -entendida ésta como la
entienden los profesionales que aquí nos explican las maravillas que venden:
como la proyección de un Deseo. Empresa imposible de realizar y mucho menos de
vencer o coronar, de ahí la triunfal filosofía de estos sofistas del
capitalismo avanzado (o moribundo de tan “avanzado”) y que Lucas ha sabido muy
inteligentemente desenmascarar. Ahora bien, una de las funciones del Arte es
precisamente dejar constancia de ese Deseo imposible, y acercarnos lo más
posible a esa “transmutación de todos los valores” que con tanto fervor deseaba
Nietzsche. Aun a sabiendas de que esa misma transmutación, esa metamorfosis de
imposible conquista, al día de hoy (y a la ciencia económica ya sabemos que
todo le sirve y de todo obtiene plusvalía) también ES CAPITAL.
Notas:
(1)
Revista Otra Parte, Número 9, Buenos Aires, primavera del 2006.
(2) La entrevista fue realizada por Yaiza Hernández Velázquez, y se publicó en el número 14 de la revista EXITBOOK en el invierno del 2011.
(publicado originalmente en "SalonKritik" el 06/07/2014)
(2) La entrevista fue realizada por Yaiza Hernández Velázquez, y se publicó en el número 14 de la revista EXITBOOK en el invierno del 2011.
(publicado originalmente en "SalonKritik" el 06/07/2014)
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