sábado, 29 de junio de 2013

LINO LAGO - "Espacio Reservado"


Cortesía Artista y Galería Álvaro Alcázar
La exposición actual del artista gallego Lino Lago en la Galería Álvaro Alcázar, de Madrid, es menos una exhibición de obras (lo que podemos entender por “cuadros” o “pinturas”) que un planteamiento de determinadas cuestiones que se sirven de la imagen, o la iconografía visual que el artista considera oportuna, para desarrollar, desde la misma práctica pictórica, un ejercicio (tan seductor visualmente como implacable en su propia “denuncia constructiva”) donde por igual contemplamos una teoría metalingüística de la pintura en tanto que acción que “enmarca” una narrativa visual, como un análisis social sobre la necesidad de insistir y perseverar en el ejercicio de la pintura misma. Ambas situaciones, o ambas derivas conceptuales, se confunden con la misma imagen que contemplamos, hasta el punto que el artista exige un cierto compromiso discursivo, o al menos un intento de visualizar las obras por otros medios o caminos, como elemento constituyente de esas pinturas que interrogan al espectador en el mismo momento que son percibidas visualmente por este. Pero volvemos al inicio de este párrafo, por su hubiera alguna duda. Estamos hablando de pintura, de cuadros de pintura, y el primero que desea dejar esta situación muy bien definida es el propio artista.

Cortesía Artista y Galería Álvaro Alcázar
Con el título de “Espacio Reservado” (más allá de su acierto o ineficacia ningún título es ingenuo, o posee el color blanco de la indiferencia) Lino Lago ha pintado unas telas que son, básicamente, espacios por igual de significación e interrogación. Queremos decir: estos cuadros “significan” cosas y situaciones, pues poseen una decidida voluntad narrativa (hablar de “realismo” figurativo sería una media verdad, incluso una falsedad), pero ese mismo fácil reconocimiento de lo observado se diluye (se prostituye, se pervierte, se desfigura, se transforma) en una intervención, u acción, que su autor sitúa en el centro de ese imaginario descriptivo o “novelístico” (más que narrativo) con el ánimo y voluntad de asesinar lo que tan fácilmente reconocemos, siempre y cuando aceptemos el juego establecido por el artista: el arma con la cual se comete el asesinato es la propia historia de la pintura, en concreto desde que ella se cita a sí misma, o a sí misma se seduce en un inacabable e infinito juego de espejos que reflejan por igual su helado vacío como su barroca desfiguración. Cuando se aceptan estas reglas de juego impuestas y administradas por su inventor, la pintura de Lino Lago empieza a dar sus frutos: esa severa familia decimonónica únicamente resulta creíble precisamente cuando ha sido asesinada con expresionistas brochazos delincuentes; el texto que vemos “pintado” desea ser leído cuando el artista lo ha salpicado con relucientes gotas y manchas del mejor Sam Francis (para entendernos y sin la obligación de leerlo al pie de la letra); la delicada flor sobre fondo negro más la frase “¿qué hace esta jodida flor aquí?” nos emplaza a una consideración gramatical de la propia imagen (tan vulgar, tan clásica y sobada) de una flor…

Cortesía Artista y Galería Álvaro Alcázar
Los ejemplos citados podrían ser todos y cada uno de los cuadros expuestos, pero consideramos oportuno utilizar la figura retórica de la sinécdoque (la parte por el todo) para mostrar, lo más visualmente posible, la idea que Lino Lago tiene de la pintura. Además, en el interés discursivo de este artista la obra se ejemplariza por un fragmento ausente, por una totalidad agrietada, por un “campo de color”, o por una mancha que aspira a poseer la misma audacia narrativa que ese señor (todo él color sepia) que sirva de base y sostén para que esa mancha pueda a sí misma contarse como si de una olvidada biografía se tratara.


Cortesía Artista y Galería Álvaro Alcázar

Hay algo magnífico y perturbador en esta muy buena exposición de Lino Lago, que únicamente te regala aquello que antes has debido de procesar desde el pensamiento y el análisis. Como si Magritte y Baldessari (artistas, estoy convencido de ello, que interesan mucho a nuestro artista, si bien es justo señalar que desde las Vanguardias hasta el presente es motivo de su atención e interés) se encontraran en un parque de atracciones, en la atracción de los espejos deformantes ( "Espacio Reservado"),  y tanto uno como otro, desde sus diferentes tiempos y desde las diversas interpretaciones y lecturas de esos mismos y diversos tiempos, se emplazaran en la interminable conversación sobre la imagen y su retórica circunstancial, sobre el lenguaje y sus faltas, sobre el arte pictórico y su “NECESIDAD” (las mayúsculas son intencionadas). Para finalizar, muy buena, seductora e inteligente muestra de Lino Lago.