jueves, 27 de febrero de 2014

"El invitado amargo" Vicente Molina Foix y Luis Cremades, Edit. Anagrama, Barcelona 2014


Me ha parecido extraordinario, muy bueno, este "invento", escrito a cuatro manos (esta expresión es incorrecta pues cada autor se hace responsable de su propio "ángulo de visión"), por Vicente Molina Foix y el poeta Luis Cremades, sobre la relación sentimental (corta en el tiempo) que ambos mantuvieron a principios de los ochenta y de los sucesivos encuentros y desencuentros a lo largo de mas de treinta años. Si bien no puede calificarse de "novela", a lo largo de su lectura la propia realidad y verdad de los hechos narrados empieza a teñirse de una extraña y melancólica bruma, como si la veracidad de lo vivido y narrado únicamente pudiera validarse a sí misma con la incorporación de ellos mismos, sus protagonistas, en tanto que "entes de ficción", cualidad ésta que les permite, paradójicamente, ser los protagonistas de un indiscutible "documento de verdad", siendo este documento casi un acta notarial del sincero e implacable plano/contraplano que ambos proyectan uno sobre otro y cada uno de ellos sobre sí mismo. Este clásico recurso cinematográfico (la dialéctica visual entre dos planos) está acompañado, en lo que se refiere a la escritura de sus autores, de lo que podríamos definir como "revisión de época": recuerdos y cometarios de la España que se inicia con el primer triunfo socialista en las elecciones generales y que se prolonga hasta la casi irreconocible situación del presente, pero también el "plano general" de protagonistas y hechos pertenecientes a la escena literaria nacional, sobresaliendo en ella la figura, majestuosa, del poeta Vicente Aleixandre(estupenda la recreación del mismo, su "fina estampa, caballero", en su divertido y entregado papel de "celestina", o arregladora de amores -!todo un Premio Nobel de Literatura!-, en la cuitas amorosas de los protagonistas del relato). En cualquier caso, un magnífico análisis en torno a las relaciones interpersonales, a la devastación producida por el tiempo y sus resultados, a los afectos y su contrario, a la dulce violencia del cariño... Es un admirable discurso sobre el Amor, sin duda, pero también, y como no podía ser de otra forma, el relato de sus trampas y estrategias de supervivencia, de sus vilezas y renuncias, de sus traiciones y claudicaciones. De su valiente generosidad, también. El Amor como cruel testigo de cargo de sí mismo, o el lamentable resultado de hacer severos jueces a sus propias y desvalidas víctimas. Son fotogramas en el tiempo (rotos, deshilachados, agrietados, heridos y perdidos) de unos tan bellos como tristes (cómo no recordar a Barthes) "Fragmentos de un Discurso Amoroso".

miércoles, 26 de febrero de 2014

JACQUES RANCIÈRE Y LA CRÍTICA

Cortesía del Artista - Rogelio López Cuenca
 
"La crítica trabaja en primer lugar en la constitución de una visibilidad nueva"

Jacques Ranciére


(apruebo, y me siento perfectamente reconocido, en esta definición de la crítica realizada, o "visualizada", por Rancière. Por supuesto que sí, un ideal posible de la escritura sobre arte sería precisamente la prolongación de lo realizado, en tanto que "hecho artístico", por otros medios, o en la formalización de nuevas imágenes a través de la escritura, y manteniendo siempre, por supuesto y sin perderla de vista, el cordón umbilical con la obra concreta que provoca esa "escritura de lo visual", y con ello la deseable y enriquecedora incorporación de diversos argumentos referenciales (literarios, filosóficos, musicales, cinematográficos, históricos o sociológicos) que acompañando a la obra en su aceptación más noble y sincera logra redefinirla con nuevas imágenes únicamente por medio de la palabra escrita, del lenguaje "tout-court". Nuevos relámpagos y flashes que emitan otra luz y otra visión de la propia y natural de la obra, pero junto a ella, muy junto a ella, pues es quien provoca, como origen y final, todo lo demás. Y lo demás es un resto, quizás válido e intelectualmente brillante, pero un resto, y que el hecho artístico, en tanto que tal, no lo necesita.

 

- La obra aquí reproducida pertenece a Rogelio López Cuenca -

 

martes, 25 de febrero de 2014

ARCO y ADORNO (Theodor W. Adorno)


En “Minima Moralia”, ese extraño y seductor responsorio laico  que el pensador de Frankfurt se brindó a sí mismo al acabar la guerra (su escritura hubiera sido imposible en un tiempo anterior al horror), está estructurado en tanto que libro con la aleatoria utilización de versículos sin más razón que la diseminación “aforística” de un pensamiento crítico que debía habituarse a la nueva realidad social y cultural que estaba a punto de iniciarse - muy consciente, por otra parte, que con el deseado fin de la  muerte y la destrucción también habían acabado las razones, formas y argumentos, que habían dado sentido a la vida y a la cultura europeas hasta 1936. Pues bien en este repositorio que es “Minima Moralia”, y como, sibilinamente, corresponde “al lugar donde se guarda algo”, Adorno escribe en una de las entradas/versículos, la titulada “Servicio al Cliente” (discreta etiqueta que ya anuncia el perfume propio de “El cliente siempre tiene la razón”), lo siguiente: “La industria cultural pretende hipócritamente acomodarse a los consumidores y suministrarles lo que deseen. Pero mientras diligentemente evita toda idea relativa a su autonomía proclamando jueces a sus víctimas, su disimulada soberanía sobrepasa todos los exceso del arte autónomo”. Adorno tiene una escritura que no por compleja renuncia a la elegancia sintáctica de lo expuesto, flecos y reflejos, supongo, de un “Grand Style” que su autor no desea finalizar o dar por finalizado. Por supuesto, esa nada oculta “aristocracia de estilo” no está exenta, ni rechaza, la utilización, cual joven turco de la crítica, de una cimitarra de afilada hoja. Así es, convengamos que hay que ser un perverso muy inteligente (lo era) para escribir esta idea tan demoledora: “proclamar jueces a sus víctimas”. No podemos estar más de acuerdo, pues en una feria de arte (dejemos la frase, y su significado, en precavidas minúsculas) el comprador (si bien a sí mismo se considera “Coleccionista”) siempre cree que es un juez impartiendo la grandeza ética de su justiciero veredicto: “Si lo compro yo es bueno”, sin sospechar, por supuesto, que el mismo poder que se atribuye es el que le sitúa, por desconocimiento, en la patria lamentable e irredenta de las “víctimas”, pues allí donde la creación artística renuncia a su propia autonomía y libertad es la que, proporcionalmente, gana el juez que también es víctima (compradores, espectadores y público en general) en cuando a libertad de acción y veredicto: “El cliente siempre tiene la razón”. Pero esa libertad será siempre una pequeña estafa, pues la industria cultural está modelada por la regresión mimética en cuanto a aquello “que desea ser comprado”, y sin sospechar, el juez/víctima, que su elección es, en la mayor parte de la veces, una devastación de perspectivas, una lamentable sinfonía de formas y colores que en la belleza simple de su presencia lo único que consigue es humillar y despreciar a esa triste libertad que, ingenuamente, pretende poseer y dominar.

lunes, 24 de febrero de 2014

BLEDA y ROSA, "Prontuario", Galería Fúcares (Madrid)


Cortesía Artistas y Galería Fúcares
 
Hay mucha y muy buena música en la obra de Bleda y Rosa. No únicamente en ésta que vamos a comentar ahora. En toda su obra. Al menos yo la siento y la escucho. En la actual exposición en la Galería Fúcares, de Madrid, la composición que mejor define la muestra es (no podía ser otra) el “Quinteto para guitarra y cuerdas” de Luigi Boccherini, Opus 9, también conocida como “La Ritirata di Madrid”, compuesto en la ciudad que tanto amó y tan mal pago le dio, unos años antes de los acontecimientos aquí narrados (visual y escrituralmente narrados). Sin ninguna duda el Quinteto fue interpretado, con placer y consideración como corresponde al autor de uno de los corpus musicales más exquisitos del XVIII europeo, en muchos salones palaciegos del Madrid de la primera década del siglo XIX, cuando tanto la capital como todo el país estaba “entretenido” con la (mal llamada, como casi siempre) “Guerra de la Independencia”. El título de la muestra es “Prontuario”, palabra definida por el diccionario de la RAE como “Resumen o breve anotación de varias cosas a la vez a fin de tenerlas presentes cuando se necesiten”.
Cortesía Artistas y Galería Fúcares
 
 
Convengamos, entonces, que “Prontuario” es “eso abstracto” que explica el diccionario, pero en Arte puede ser otra cosa, y de hecho lo es, al menos en el ejemplo que ahora nos interesa. Los cinco paneles de que consta la muestra corresponden a sendos episodios de la “guerra contra el gabacho”: Los asedios de Gerona y Cádiz, las batallas de Vitoria y Trafalgar y el levantamiento popular en Madrid. En efecto, corresponden a cinco ejemplos de los galdosianos “Episodios Nacionales”. Cada panel está compuesto de nueve fotografías, “geográficas”, que nos sitúan, con diferentes grados de abstracción, en los escenarios señalados, así como una “narrativa” escrita, documental, perteneciente a diversas fuentes y testimonios de la época re-visitada. Más el descubrimiento añadido, gracias a la documentación ofrecida, de una serie de "novelas de intriga" que encabalgan, con humor e indignación, varias y perversas secuencias donde no se sabe bien cuáles fueron las causas y cuales los efectos. O su contrario: se sabe demasiado bien.
Cortesía Artistas y Galería Fúcares
 
 
“Prontuario”, así visto, focaliza “in extremis” una lectura (poética e interrogativa) de determinados hechos históricos, pero hay más, mucho más. Por ejemplo, es un discurso sobre el “biopoder”, entendido, lógicamente, desde el presente, incluso podemos aprovecharnos de la definición de Foucault al respecto: “aquello que se aplica globalmente a la población, a la vida, y a todos los seres vivientes”. Y añadimos, ansiosos por decirlo: y a la Historia(s) vista como un organismo vivo, susceptible, en su utilización artística, de leerla, cierto, como un “prontuario” de cosas y hechos que se necesitan para “entendernos”. La tensión dialéctica que sus autores llevan a cabo entre “espacio” (geográfico e histórico) y “política” (leída también modernamente como el discurso anónimo y abstracto de cualquier democracia liberal y globalizada) es lo que consigue que “Prontuario” sea un magnífico ensayo plástico, realizado en el presente, de las posibilidades inherentes a toda “historia en común” ("el lugar del crimen", epítome conceptual que bien podría abarcar la obra entera de esta pareja de artistas), allí donde únicamente nos queda salvaguardar la prosa de la vida, deslizándose melancólicamente como las maravillosas notas musicales que Boccherini puso en la partitura de su extraordinario Quinteto, sobre todo en el último movimiento, una extraña y nerviosa marcha lenta que da título al Quinteto, "La Ritirata", y es, por ella misma, una "fotografía de época" y un "documento histórico", al igual que, y de una forma tan sofisticada, han llevado a cabo Bleda y Rosa en esta muestra. Una música, la de Boccherini pero también la ejecutada por nuestros artistas, que constituyen, bien mirado y escuchado, ejemplos no menos válidos de “biopoder” y “micropolítica”.
Cortesía Artistas y Galería Fúcares
 
 

 

VANITAS "AFTER ARCO"









 Prólogo ("Acto sin Palabras")

 








El silencioso argumento de la obra de teatro, o del Arte (o de la vida), no es otro que esperar, desear, esperar, desear, esperar... (sin saber el qué ni a quién, mientras hablamos y hablamos y hablamos, intentando conjurar ese epílogo que únicamente les ocurre a los otros, pero Godot nunca faltará a la última cita).




 







Epílogo ("Final de Partida")