domingo, 7 de septiembre de 2014

JORDI COLOMER - Galería Juana de Aizpuru (Madrid)

Jordi Colomer, "L`avenir" (Cortesía del artista y Galería Juana de Aizpuru)
Toda exposición última de Jordi Colomer, así la recién clausurada en la Galería Juana De Aizpuru, de Madrid, con el título de “El Porvenir y otros trabajos”, lleva siempre incorporada una revisión de trabajos e intereses precedentes, pudiendo ser éstos estéticos, intelectuales y/o sociales, cuando no la muy fértil unión de todos ellos en una misma obra o proyecto. O para expresarlo de manera diversa: Colomer nunca abandona la dimensión artístico/expositiva de aquello que bien pudiera ser un discurso sobre el lugar “público” del sujeto contemporáneo; o una lectura de la función social de la arquitectura; o un replanteamiento de los espacios simbólicos compartidos en comunidad o en “una comunidad”; o una relectura plástica y filosófica de lo que, en el actual presente, podemos entender por la función (y sobre todo “interpretación”) de la tan peligrosa como evocadora organización social de la “Utopía”, necesariamente entrecomillada; o un análisis especulativo en torno a los atributos y carencias de la imagen en tanto que acción notarial de los desplazamientos, alteraciones y transformaciones, que ella misma, la imagen, pretender “fijar” en una atemporalidad blanca, neutra, sin la presión semántica de un significado en constante y renovada actualización. Dicho en corto: toda la obra de Jordi Colomer (es decir: aquello que nosotros, espectadores, contemplamos) es el destilado artístico de muchos y variados intereses. Una ofrenda estética, en definitiva, o un sufragio creativo y liberador, o una generosa dádiva para ser contemplada, pero especialmente analizada y pensada.

Vista de la exposición en la Galería Juana de Aizpuru
 

Toda Utopía (su idea, pero aún más la entrañable y romántica consideración de su imposible o muy problemática culminación) se construye en un territorio virgen, inhabitado, fundacional. Por ejemplo, en las dunas y humedales ventosos del Delta del Ebro, pero también en desoladas azoteas y en no menos inhóspitos tejados. Ciertamente, son heroicos no-lugares pera ser vividos, (mejor: “interpretados”) por voluntariosos seres de un “vivir nuevo”, o de un nuevo “ser” en el espacio y en el tiempo. En fértil paradoja se podría afirmar que el artista no es un “ente utópico”, pero sin duda que todo lo que produce sí es una metáfora de la idea misma de Utopía, pues en esa materialización física de “un lugar que no existe”, toda manifestación artística es el heroico y trabajoso intento de crear un imposible, o si se quiere, una laberíntica significación de nueva planta. La contemplación de ese “imposible”, de toda acción de arte, es la única certificación de que la Utopía pueda ser realizada. En Arte, únicamente en Arte...

"Crier sur le toit", Cortesía del Artista y Galería Juana de Aizpuru
Estoy convencido que esta última muestra de Jordi Colomer es la más “fantasiosa” de las últimas que hemos visto en Madrid, y ello vendría marcado por la aproximación especulativa a la Utopía, muy presente en el sensacional vídeo “l’Avenir”, auténtica “pieza de resistencia” de toda la muestra, pero también más indirectamente en el resto de las teatralizadas obras que conforman la exposición, pues la Utopía ha sido interpretada como un desplazamiento de la ficción científica, como un análisis de la “ciencia-ficción”, como un estudio de fenómenos para-normales en el territorio de lo posible y lo probable. O para expresarlo en términos más literarios o narrativos: la unión del sueño falansteriano de Charles Fourier con el sinsentido doméstico y existencial de la obra de Samuel Beckett. De tan extraña como revolucionaria unión surge, era esperable, una consideración de los que podríamos entender como “nuevos productivismos sociales”: gritar en los tejados (“Crier sur le toit”, obra magnífica que incorpora un desplazamiento semántico de la doble función creativa del grito: artístico y revolucionario); enloquecer de angustia y desesperación en la última planta de un rascacielos mientras se estudia un imposible mapa de la ciudad (“The Istambul Map”); o atravesar la ciudad de Tetuán por sus tejados y azoteas como un Diablo Cojuelo felino y juvenil (“Medina-Parkour”).
 
Si aceptamos que la Utopía es la improbable ciencia de lo Imposible (en mayúscula por lo que tiene de ficción creativa), esta muestra de Jordi Colomer es un fantástico análisis en torno a la interpretación de lo Utópico como herramienta artística, probablemente su más natural y fértil territorio…
 
(Publicado en Facebook el 24/08/2014)

PEGGY ON THE SKY WITH DIAMONDS...

La mecenas y coleccionista Peggy Guggenheim en la terraza de su Palazzo veneciano
 


La peligrosa nostalgia clasista de aquellos años memorables, de cuando a la "Biennale di Venezia" viajaba únicamente "tout le gratin" artístico de Europa y New York, y no como ahora que están tan inte...resados por el arte de los orientales (en mis buenos tiempos los chinos no eran artistas), negros africanos y latinos de América. No seríamos más de cien, pero lo que se dice cien "amici", todos ricos, sofisticados y cultos, y no la lamentable vulgaridad de los tiempos actuales, donde todo el mundo salta de sitio en sitio como tristes y perdidas aves migratorias, y quieren verlo todo, todo (como si pudieran "ver", eso que parece tan fácil, pero en realidad es tan difícil), y lo que aún es más insufrible, también pretenden "opinar". Además, y cómo suele suceder, los que se hacen llamar "curators" (¿cuándo se inventó esa "profesión"?, pues es lo que yo he hecho toda la vida), horrible palabra en cualquier caso, son, y por utilizar una expresión española que me gusta mucho, "lo peor de cada casa". Qué lástima, pero todo empezó a torcerse en Paris en la primavera de 1968, con lo bella que está París en esos meses... Is horrible and sad! Pero así son el pueblo y las clases trabajadoras que han podido estudiar, que únicamente desean "imitarnos", sólo porque han ascendido un miserable peldaño en el escalafón social. Is poor and displeasing show... Pero copiar, como yo siempre he dicho, y no únicamente "art", también formas, gestos y actitudes, para lograr algo mucho peor del original no tiene ningún sentido... Un imposible, en cualquier caso, un patético ejemplo más de la estúpida dictadura impuesta por las clases medias (y el colmo del sinsentido son las clases medias "artísticas", my God!), con ese gusto tan doméstico y raquítico que poseen, tan "jolie", tan "nice", y a la vez tan poca cosa... Nulla, che orrore! Definitivamente pienso que me morí en el momento justo, sin ver toda la devastación (si bien la intuí: siempre tuve muy buen olfato) que vino después de "les bon vieux temps"...

(Publicado en Facebook el 26/08/2014)

GOYA Y JOVELLANOS

Francisco de Goya, Retrato de Gaspar Melchor de Jovellanos
 
 
 
Definitivamente, y no pienso cambiar de opinión hasta el fin de los tiempos, es el cuadro que más me gusta y emociona de toda la pintura clásica española. Goya no pinta únicamente el retrato de su buen amigo Jovellanos, o el de un intelectu...al y político capaz, sincero y honesto, en sus horas más bajas. Pinta esencialmente el fracaso colectivo de un país, al que el asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos quiso cambiar y modernizar y no le dejaron. ¿Quiénes no se lo permitieron? Buena pregunta, y muy apropiada para plantearla desde nuestro propio presente. El tema, como se ve, viene de antiguo... Dentro de unos días volveré al Prado para contemplar de cerca, una vez más, la impresionante lectura (social, crítica y política) que Goya hizo del desamparo y la melancolía, alejándola (de ahí su modernidad) de postulados clásicos o mitológicos. "Estoy solo y me han dejado solo", parece gritarnos, muy humanamente, uno de los más brillantes intelectuales y juristas de la Ilustración española.
 
(Publicado en Facebook el 29/08/2014)

UNA DE LAS GRANDES: ESTHER FERRER

Acción de Esther Ferrer, Cortesía de la Artista
 
 
 
Hacer esto, y hacerlo de una manera tan inteligente y rigurosa, de fácil no tiene nada. Bien al contrario. Probablemente haya que ser una artista tan admirable, sincera y honesta, como Esther Ferrer, para conseguir tal grado de lucidez "expositiva". Estas imágenes quizás sean los desnudos más bellos, y mejor intelectualmente argumentados, "vestidos", de todo el arte español, al menos desde que Velázquez pintara la Venus del espejo. Quiero decir: el "despojamiento", o el "desahucio", con respecto a tu propio cuerpo, llevado a cabo por Esther, es menos, mucho menos, un exhibicionismo pictórico y carnal, que un impresionante discurso (aguerrido, fiero, orgulloso, militante) sobre los estudios de género, por descontado (y a su manera), pero yo diría que aún es más una clase magistral sobre las trampas, mistificaciones y falacias, de la representación del sujeto contemporáneo, y en tanto que mujer, en las sociedades del capitalismo avanzado, las mismas que cuanto más defienden el supremo valor democrático y liberador de "luz y taquígrafos", ("que se sepa la verdad, que se sepa siempre la verdad"), al mismo tiempo propagan y estructuran un oscurantismo propio de Alta Edad Media. En este punto dual, terrible y conflictivo, casi como el silencio redentor de un hemistiquio entre dos versos, hay que situar estas acciones y conferencias de Esther Ferrer. Arte político, sin duda, "muy político". Y muy bueno.
 
 
Acción de Esther Ferrer, Cortesía de la Artista
 
 
 
 
(Publicado en Facebook el 31/08/2014)

LIMBO (Agustín Fernández Mallo)

 
 
 
 
Cuando leí "Limbo", la última novela de Agustín Fernández Mallo, anoté una única frase. Era esta: "Los objetos también sobreactúan". La frase me resultó reveladora no tanto con respecto a la novela misma (que también, sin duda, especialmente por la cualidad "plástica", objetual, de unos personajes que se disfrazan de fantasmas porque no soportan la implacable fisicidad de su muy pesante "ser", optando por una sobreactuación que les resulta muy difícil de controlar), pero sí pensando en no pocos jóvenes artistas españoles, obsesionados con crear objetos excesivamente pasados de intención, o demasiado argumentados, o forzados a una excesiva retórica presencial..., en cualquier coso: sobreactuando. Pero seamos justos en las acusaciones: el objeto no posee vida propia para auto otorgarse una determinada realidad coadyuvante, pero el que lo fabrica, perdón: el que lo crea, sí que posee esa "frankestiana" posibilidad de "otorgar vida" a un simple objeto inanimado. Con otras palabras: es al artista al que se le debe acusar, como a los malos actores, de una sobreactuación innecesaria, gratuita, estéril..., pero me llama mucho la atención (incluso me "impresiona", que no es poco) que depositen, tan jóvenes como son, tanta confianza en una objetualidad inflada de retórica enunciativa, máxime, de ahí el asombro o el escándalo, cuando esa misma cadencia objetual se resuelve casi siempre en la consideración de las cosas más inanes, de los objetos más insustanciales, de los idiomas plásticos más desfallecientes..., pero luego, para rematar, viene el postre. Ello sucede cuando deciden dejar por escrito en qué consiste realmente lo que han querido decir con esos objetos, y como era esperable la obesidad explicativa se acerca peligrosamente a la patología médica. Quiero decir: no hay forma humana (excepto contados ejemplos) de entender su propio discurso escrito. "Limbo" creo que es una radical lectura de los pirandelianos personajes que buscan a su Creador (ojo, que no a su Autor, pues precisamente es esta alteración semántica uno de los más brillantes juegos meta literarios y artísticos, o "para-normales", que comprobamos con su lectura), pero este Creador sabe perfectamente, al contrario que los jóvenes artistas que aquí son criticados con cariño y sin maldad alguna, que el objeto (o el personaje de ficción creado) no puede sustanciarse a sí mismo con una dieta tan calórica y sobreactuada (y más cuando esas calorías el propio artista, por juventud o inexperiencia, no sabe "quemarlas"), o con un régimen alimentario (perdón: conceptual) tan aburrido y tan falto de nervio, pulmón y sangre. He de confesar, incluso, que hasta me molesta la excesiva limpieza y elegancia en la presentación. Lástima, pues todo tiene una cualidad neutra, "blanca", color de la indiferencia. Probablemente lo que más me ha gustado de "Limbo" es que puede ser leída como un ensayo que analiza, sin pretenderlo, gran parte de la producción artística nacional. No lo parece, pero al menos yo lo he interpretado así. En cualquier caso me ha dado la pauta para poder escribir precisamente lo que llevaba tiempo queriendo hacer. Por supuesto, seguiré yendo, faltaría más, a todas las exposiciones que pueda y tenga oportunidad de ver de los "jóvenes artistas españoles" (aunque ya sabemos que ahora se es joven promesa hasta los cuarenta años). Tan necesaria e importante su presencia, por otra parte, dicho sin ironía alguna.
 
(Publicado en Facebook el 01/09/2014)

UN OLVIDADO: JOAN FUSTER

 
 
 
 
Ha sido mi amigo Ricardo Cotanda, y a propósito de una fotografía del poeta Vicent Andrés Estellés, quien que me ha hecho recordar a otro magnífico intelectual valenciano que también está olvidado (o semi). Me refiero, claro, a Joan Fuster,... que sin duda merecería una lectura "aggiornata", como dicen los italianos, "puesta al día", de un pensamiento político y social, pero sobre todo humanista, que ahora mismo sería de mucha más actualidad y eficacia de lo que se piensa. Es una pena, pues su "Diari" es lo más parecido que tenemos en España (junto a los de Josep Pla, y en castellano al Diario, o "Salón de Pasos Perdidos", de Andrés Trapiello) de los pensamientos de Michel de Montaigne, un tipo de filosofía, o murmullo del pensamiento, que, desgraciadamente, ha sido muy poco trabajada por estos pagos (otra hubiera sido la Historia). Lo cierto es que toda la obra de Fuster (muy próxima, en cuanto a "carácter", a la de Barthes, al menos en lo que se refiere a la figura de "crítico cultural"), incluso la más política, o nacionalista (de lengua, mucho más que política o territorial), es un ejemplo de civismo, de respeto, de elegancia y de alta y noble sofisticación intelectual. Casi nada, para los tiempos tan groseros y lamentables que vivimos. Yo diría que este es un trabajo (actualizar la obra de Fuster) que correspondería a los mismos valencianos (si bien no únicamente), pero claro ya sabemos que Fuster no fue muy querido por gran parte de sus paisanos..., precisamente por quienes detentan el poder económico y político, y aquellos que les siguen y aplauden. (Supongo que no es necesario decir quién está sentado detrás de Fuster en la fotografía, otro artista valenciano igual de admirable que él.)
 
(Publicado en Facebook el 04/09/2014)

RECORDANDO A CHUMY CHÚMEZ (y a algunos más que no se lo merecen)

 
 
 
Chumy Chúmez (San Sebastián, 1927- Madrid, 2003). Uno de los grandes. Ahora podemos comprobar que los humoristas de la Transición fueron de entre los pocos colectivos artísticos que se percataron de la comedia tramposa que se estaba creando.... Con su obra (con su pensamiento crítico) demostraron ser algo más que grandes dibujantes, ácidos y sarcásticos. Fueron profetas de nuestro propio presente, del actual y rebajado desbarajuste "democrático". Por supuesto, y como corresponde a los auténticos "Profetas", nadie les creyó (no era propio de los tiempos aquellos ser "derrotista", nos bastaba simplemente con exclamar "jajajaja, qué bueno..."). Ah, la derecha civilizada española..., que ni siquiera tiene a su favor, como la francesa, haber estudiado en la muy elitista y exigente "École Normale Supérieure", aunque la derecha gala, infinitamente más preparada, culta y elegante, sea igual de cruel y depredadora que la española. Aquí son otros los modos y maneras de esa misma derecha cerril, más propios de un sórdido gimnasio de arrabal donde se ejercitan y musculan futuros boxeadores.
 
(Publicado en Facebook el 05/09/201)

LA LUZ EN LAS FOTOGRAFÍAS DE JEFF WALL

¿De dónde procede la luz que nos recibe cada vez que contemplamos una fotografía de Jeff Wall? Ciertamente no del ingenioso dispositivo lumínico que parece esconderse como el apuntador teatral en su concha o garita, pues esa resolución técnica (de hecho, un potenciador de "sabor visual") tiene como única e importantísima función escenificar la aparición de esa otra luz que desconocemos su origen, y que incluso dudamos en calificarla como tal, pues tan extraña luminosidad se diría que
Jeff Wall, "Odradek, Taboritská 8, Prag, 18.Juli, 1994" (Cortesía del Artista)
procede de un tiempo anterior a su propia ordenación y calificación lingüística. Hablamos entonces de un resplandor inhabitado, de una incandescencia que se adelanta a la misma aparición de toda sombra humana, cuando el primer ser sintió pavor ante la tenebrosa y moviente masa informe que su propio cuerpo reflejaba. Esa oscura materia, que también es un candil de ardiente fuego, es la luz que Wall desea traer hacia nosotros espectadores, como una extraña dádiva que no sabemos cual es su nombre exacto. Por supuesto, esa luz incierta posee una raíz "pictórica", imposible no reconocerlo, pero no únicamente, pues las fotografías de Wall se sitúan (o lo pretenden) en un estadio anterior a esa disciplina tan adorada por el artista canadiense, como si la aleatoria insignificancia de sus "tiempos muertos" no pretendiera tanto una determinada resolución formal y narrativa, pero sí la captura de una luz inicial, de una primitiva refulgencia, cuando el Arte poseía como única arma de investigación el soñarse y lograrse a sí mismo. Los escondidos fluorescentes en las fotografías de Jeff Wall son luminosos haces de pictórica tiniebla.
 
(Publicado originalmente en Facebook el 06/09/2014) 

PEQUEÑA DISERTACIÓN SOBRE LA VARIEDAD APRECIATIVA DEL ARTE CONTEMPORÁNEO


Carlos Cruz-Diez "Couleur Additive", 2007 (Cortesía del Artista)

 
 
 
En los últimos años esto que ahora comentaré me sucede con bastante frecuencia. Veamos: hay corpus de obras (más que "artistas", humanamente hablando) que no me interesan absolutamente nada, intelectual y discursivamente analizadas, al igual que si fuera un coleccionista de altos vuelos tampoco entraría en mi casa un tipo de obra que "padeciera" esta disfunción apreciativa. Por poner un ejemplo: la obra de Carlos Cruz-Diez, y ello por tratarse de un artista realmente importante en el arte internacional desde los años cincuenta del pasado siglo. Lo curioso del asunto, o lo dramático, por no decir absurdo, es que cada vez que veo una obra del artista venezolano, y últimamente he visto varias imponentes, no tengo más remedio que rendirme ante el innegable encanto visual de estos trabajos. Digo más: !!! Me parecen realmente muy bellos !!! Lo que planteo, o me planteo a mí mismo, es la extraña cualidad diferenciadora (y que no sé muy bien como desarrollarla) entre rechazo intelectual (o crítico/teórico) y la voluptuosa y placentera sensación que indefectiblemente me producen estas obras. Por supuesto, asumo que el "problema" lo tengo yo, no el artista que hace (y lo hace muy bien) lo mejor que le otorga y permite su ingenio creativo. He puesto un ejemplo concreto, y únicamente por unir la situación expuesta a un peso pesado de la plástica mundial, pero con total sinceridad también me ocurre con no pocos artistas españoles que visualmente me gusta mucho contemplar su producción, y disfruto con ella, pero que llegado el caso me constaría horrores "defenderles" en una crítica o un texto de presentación. Tengo mis dudas (muchas) sobre esta extraña variedad de apreciación estética. En ocasiones pienso que es una importante conquista más de la Vanguardia ("me encanta y me divierte lo que hace, pero ni loco compraría una obra suya"), pero quizás sería más correcto hablar de "abertura" más que de propiamente "conquista", o de una admirable y muy civilizada "separación de bienes y poderes" entre lo visto y lo pensado, o entre lo alegremente contemplado y aquello que se le agrega un plus de análisis especulativo. En otras ocasiones, ya digo, pienso que el único "discapacitado" es quien escribe este comentario, y que tan bizarra y rara situación únicamente la sufro y padezco yo.

(Publicado originalmente en Facebook el 07/09/2014)