domingo, 7 de septiembre de 2014

LIMBO (Agustín Fernández Mallo)

 
 
 
 
Cuando leí "Limbo", la última novela de Agustín Fernández Mallo, anoté una única frase. Era esta: "Los objetos también sobreactúan". La frase me resultó reveladora no tanto con respecto a la novela misma (que también, sin duda, especialmente por la cualidad "plástica", objetual, de unos personajes que se disfrazan de fantasmas porque no soportan la implacable fisicidad de su muy pesante "ser", optando por una sobreactuación que les resulta muy difícil de controlar), pero sí pensando en no pocos jóvenes artistas españoles, obsesionados con crear objetos excesivamente pasados de intención, o demasiado argumentados, o forzados a una excesiva retórica presencial..., en cualquier coso: sobreactuando. Pero seamos justos en las acusaciones: el objeto no posee vida propia para auto otorgarse una determinada realidad coadyuvante, pero el que lo fabrica, perdón: el que lo crea, sí que posee esa "frankestiana" posibilidad de "otorgar vida" a un simple objeto inanimado. Con otras palabras: es al artista al que se le debe acusar, como a los malos actores, de una sobreactuación innecesaria, gratuita, estéril..., pero me llama mucho la atención (incluso me "impresiona", que no es poco) que depositen, tan jóvenes como son, tanta confianza en una objetualidad inflada de retórica enunciativa, máxime, de ahí el asombro o el escándalo, cuando esa misma cadencia objetual se resuelve casi siempre en la consideración de las cosas más inanes, de los objetos más insustanciales, de los idiomas plásticos más desfallecientes..., pero luego, para rematar, viene el postre. Ello sucede cuando deciden dejar por escrito en qué consiste realmente lo que han querido decir con esos objetos, y como era esperable la obesidad explicativa se acerca peligrosamente a la patología médica. Quiero decir: no hay forma humana (excepto contados ejemplos) de entender su propio discurso escrito. "Limbo" creo que es una radical lectura de los pirandelianos personajes que buscan a su Creador (ojo, que no a su Autor, pues precisamente es esta alteración semántica uno de los más brillantes juegos meta literarios y artísticos, o "para-normales", que comprobamos con su lectura), pero este Creador sabe perfectamente, al contrario que los jóvenes artistas que aquí son criticados con cariño y sin maldad alguna, que el objeto (o el personaje de ficción creado) no puede sustanciarse a sí mismo con una dieta tan calórica y sobreactuada (y más cuando esas calorías el propio artista, por juventud o inexperiencia, no sabe "quemarlas"), o con un régimen alimentario (perdón: conceptual) tan aburrido y tan falto de nervio, pulmón y sangre. He de confesar, incluso, que hasta me molesta la excesiva limpieza y elegancia en la presentación. Lástima, pues todo tiene una cualidad neutra, "blanca", color de la indiferencia. Probablemente lo que más me ha gustado de "Limbo" es que puede ser leída como un ensayo que analiza, sin pretenderlo, gran parte de la producción artística nacional. No lo parece, pero al menos yo lo he interpretado así. En cualquier caso me ha dado la pauta para poder escribir precisamente lo que llevaba tiempo queriendo hacer. Por supuesto, seguiré yendo, faltaría más, a todas las exposiciones que pueda y tenga oportunidad de ver de los "jóvenes artistas españoles" (aunque ya sabemos que ahora se es joven promesa hasta los cuarenta años). Tan necesaria e importante su presencia, por otra parte, dicho sin ironía alguna.
 
(Publicado en Facebook el 01/09/2014)

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